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1.1. Movimiento y energía

Desde nuestros orígenes, los artistas han buscado principalmente dotar de vida a sus creaciones. Una manera fácil y de hacerlo es hacer creaciones miméticas a los seres vivos, es decir, que se parezcan a los seres vivos o que sus formas lo sugieran.

 

Se ha dado forma de un ser
humano, de un ser vivo a la
piedra con el fin de que ésta
adquiera esas connotaciones.
Cuenta la leyenda que Miguel Ángel
cuando acabó el Moises, lo golpeó
y le pidió que hablase.

Esta escultura de David Smith posee
las mismas connotaciones animistas
que la venus de Willendof (a la izquierda)

Lic. CC. En Flickr de A.Currell
Lic. CC. En Flickr de JavierVazquez
Lic. CC. En Flickr de rocor

 

Todos conocemos la historia de Pinocho,
Gepetto dio forma de niño a la madera.
Muchos personajes de películas infantiles
son objetos humanizados a los que se dotan de vida.


Lic. CC. En Flickr de Tonimadrid Photography
Lic. CC. En Flickr de Catwomancristi

 

La energía es movimiento

No solo lo vivo se mueve, además, existen elementos como el viento, los mares, el fuego, etc. que se mueven y que están dotados de una gran energía; en ese sentido, y sobre todo para los artistas, representar estos elementos es aproximarse a esta energía, a este movimiento y dinamismo. De un modo intuitivo, asociamos el movimiento a lo vivo. No es raro pensar que las civilizaciones antiguas, con medios tecnológicos muy limitados, diesen explicaciones animistas a fenómenos como terremotos, eclipses, erupciones volcánicas, etc. asociándolos a seres increíbles.

Flame of Liberty. Paris Cascade. Escultura de cristal
Wind house sculpture

Lic. CC. En Flickr de ell brown
Lic. CC. En Flickr de brewbooks
Lic. CC. En Flickr de johnndege

 


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