2. Del arte tradicional al arte experimental

 

Durante el primer curso de Dibujo artístico has aprendido mucho. Normalmente, aprender a dibujar se fundamenta en la corrección del dibujo, del sombreado y claroscuro, de las proporciones, del punto de vista, y en definitiva en la imitación precisa de un modelo... y eso está bien.

Pero en este tema vamos a centrarnos los elementos que son los cimientos de las formas entendidos de un modo más amplio y más cercano a nuestra realidad moderna.

 


 

Desde finales del siglo XIX, con los primeros postimpresionistas, y después las Primeras y Segundas Vanguardias, se produce un arte más experimental, se buscan nuevas formas de expresión que rompen con los convencionalismos y las formas de arte tradicional. Por eso, hemos querido relacionar esta nueva actitud experimental e innovadora más con lo experimental que con lo convencional, más con un laboratorio que con un taller. En estos laboratorios el artista se desprende de la preocupación de que sus obras sean la copia de un modelo y se busca que la obra en sí misma sea una nueva realidad independiente.

 

   

Nuestros antepasados de las cavernas nos dejaron constancia del uso del lenguaje visual, ya en las cuevas realizaron imágenes que aún perduran. Desde entonces, el uso de este lenguaje ha ido evolucionando y variando.

Cuando estudiamos la historia del arte podemos ver estilos definidos en el empleo del lenguaje visual, desde los sensitivos bisontes, los esquemáticos dibujos racionales egipcios, los idealizados griegos y romanos, los simplificados personajes de la edad media, etc. Hasta aquí nadie parecía querer dibujar y pintar lo que veían.

Es en el gótico y en el renacimiento cuando emerge esta preocupación, la búsqueda de unos sistemas como la perspectiva cónica, el esfumato o la perspectiva aérea, que se empleaban como una especie de truco que acercaba al artista a aproximarse a lo que el ojo ve. Después vendrían los logros del barroco con su interes por la luz y el espacio; más tarde, los realistas se acercaban a la realidad con gran virtuosismo y con la lección aprendida.

Fueron por fin los impresionistas, por primera vez, los que se quisieron alejar de trucos o convencionalismos del pasado, de la corrección del dibujo tradicional, de su modelado, del empleo del claroscuro como hasta entonces se hacía; aunque aún se interesaban por reflejar la naturaleza tal y como el sentido de la vista lo percibe, sobre todo atendiendo a las condiciones de luz y color con una precisa exactitud. Con esta idea rompieron con la actitud tradicional ante el modelo, y ello supondría un futuro lleno de cambios para el arte.

Lic. CC. En Flickr de turistasXnaturaleza
 
 
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  Durante mucho tiempo hemos podido imaginar al artista en su taller. Ya con los impresionistas algo cambia, salen a la calle, al aire libre a pintar, empiezan a modificarse las reglas del juego, se interesan por algo distinto. A partir de entonces, muchos talleres y estudios de artistas comenzaran a convertirse en verdaderos laboratorios de arte.
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 Obra de Eva Hesse
    El resultado final, la apariencia última de la obra acabada es lo que ve el espectador, pero cada obra artística exige un proceso de elaboración que puede esconder muchos detalles, análisis y estudios realizados. Los artistas y entendidos en artes poseen los conocimientos adecuados que capacitan para entender y analizar cada obra de arte. Cuando vemos una pizarra llena de complejas expresiones matemáticas no entendemos nada a menos que seamos matemáticos. De igual modo el lenguaje visual es más complejo de lo aparenta, organizar una composición, trabajar con los colores y las formas pueden ocasionar un resultado realista o no, pero tratándose en ambos casos del mismo lenguaje, los artistas deben estar capacitado para valorar lo que estas composiciones nos muestran.  
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