2. Mirar el mundo

Niña mirando
Fotografía de Conmike12 en Flickr bajo CC

 

La naturaleza es un dato más o menos en bruto a la que dirigimos la mirada de forma natural, resultándonos relativamente fácil esta mirada ya que la experiencia de la vida cotidiana permite a cada uno identificar lo que se presenta ante sus ojos: árbol, casa, caballo, etc . Sin embargo, el arte es un lenguaje y por tanto, sujeto a ciertos códigos. Si dirigimos la mirada hacia una obra de arte debemos primero "aprender a ver" y leer estos códigos. La mirada, casi por doquier, se encuentra con productos de la actividad humana que se emparentan con la creación artística. Los jardines de La Alhambra, el Gran Canal de Venecia o el "sky line" de Manhatan pueden deparar experiencias estéticas a un observador sensible, más allá de hacer una fotografía como souvenir, en el sentido que te despiertan emociones, sensaciones, recuerdos, etc.

Desde que nacemos, nuestra mirada se carga de experiencias, de memoria y de saber. Abrimos los ojos al mundo. A medida que crecemos y nos formamos como personas, cuanto vemos se colorea de connotaciones religiosas, técnicas, políticas, literarias, etc. Incluso algo tan natural como una puesta de sol no puede librarse de estas connotaciones.

Pero como sucede en muchos ámbitos, en materia artística también es indispensable cierto aprendizaje para adquirir una visión especializada y enriquecedora . Pongamos varios ejemplos para ilustrarlo. Fijate un momento en las tres imágenes que tienes debajo.

Mercado de ganado

Ejemplo 1. Fotog.de Raúl-Fotografía de en Flickr bajo CC

Ejemplo 2. Fotografía de Banff Lake en Flickr bajo CC

Ejemplo 3. Fotografía de Ametxa en Flickr bajo CC

 

Ejemplo 1: Imagina que vas a una feria de ganados, un ganadero o un veterinario no verá las vacas como tú o un turista que recorre la feria por curiosidad. El ojo experto descubre rápidamente la raza, la edad, el peso, la condición física del animal, allí donde sólo aciertas a ver hermosos ejemplares vacunos. A los ojos de un artista, las mismas vacas pueden servirles de inspiración para experimentar con colores, formas y texturas.

 

Escultura d e una vaca
"Cow Parade" Fotografía de Mayme en Flickr bajo CC

Ejemplo 2: Los inuits son esquimales. La mayor parte de su vida la pasan rodeados de nieve. Para ellos es fundamental distinguir la más mínima variación de color en un paisaje que si lo miras, te parecerá de un mismo blanco, infinito y desolador, el blanco que tú asocias a la nieve. Sin embargo, los inuits distinguen más de 12 tonos distintos de blanco, correspondientes a distintos estados de la nieve y el hielo, fundamental para su supervivencia en tan inhóspito paisaje, por ejemplo cuando distinguen por un ligero matíz en el color que la placa de hielo es muy fina y podría hundirse bajo sus pies.. Su experiencia de la vida cotidiana ha condicionado que sus ojos sean sensibles a estos importantes matices cromáticos que nosotros no alcanzamos a distinguir.

Ejemplo 3: Imagina ahora que eres un típico turista japonés que visita la Semana Santa de Málaga o Sevilla, por poner un ejemplo. Le llamará la atención entre otras cosas el espectáculo cromático de la fiesta, especialmente los colores de las túnicas de los nazarenos. Sin embargo, quien conoce los códigos religiosos de estas fiestas -un costalero, por ejemplo- tal vez no aprecie esto de la misma forma, o al menos no con el criterio estético de un turista aficionado a la fotografía, ya que sabe por su experiencia de vida que tal o cual túnica pertenece a una hermandad o cofradía en concreto, el recorrido que hacen los pasos, de dónde salen y otros detalles más que su conocimiento le va a ir dictando. Eso no quiere decir que el japonés disfrute o se emocione menos. Tal vez le falten esos datos, pero disfrutará con otros aspectos: ambiente, colores, texturas, músicas, etc. En definitiva, un costalero y un turista tendrán distintas visiones y lecturas de una misma situación ante sus ojos.

 


 

 

Observa detenidamente el cuadro que estan viendo los visitantes en la fotografía. Se trata de la obra "La balsa de la Medusa" de Teodore Gericault. Aquí puedes verlo en detalle ¿Qué ves en él? ¿Qué crees que está sucediendo? ¿Quienes son los personajes? ¿Qué interpretas? ¿Qué sientes?

De la misma manera y al igual que los ejemplos anteriores, tendremos una experiencia más plena del arte si aprendemos a ver y descifrar si no todos, sí algunos de sus códigos para permitir su disfrute y experiencia estética donde otras personas sólo ven superficies llenas de colores y texturas con más o menos sentido, con más o menos indiferencia, sólo atentas posiblemente al tema que se representa: religioso, un retrato, un paisaje, etc. De eso trataran los siguientes apartados de ver, comprender y sentir las obras artísticas, si quieres, claro.