3.1. La obra, los códigos y el espectador

 

 

 

Así como cada persona, en función de sus conocimientos, de su profesión o de sus intereses, posee una visión particular de la naturaleza, también la tiene del arte. Pero no todas las imágenes entran en la categoría de "artisticas". Se necesitan unos códigos.  El "código de circulación" te puede dar una idea simplificada del lenguaje artístico, ya que es totalmente visual. Las barras, flechas  o las líenas trazadas sobre la  calzada son signos simbólicos como la palabras o las notas musicales, incomprensibles para aquel que no ha aprendido a descifrarlos.

El código artístico es evidentemente más complejo y subjetivo,  sobrepasando con mucho las reglas de circulación. Además, cambia de una época a otra, de una zona geográfica a otra. Es continuamente modificado y puesto en tela de juicio por la exigencia de las nuevas sensibilidades y la emergencia de las nuevas posibilidades tecnológicas. Evidentemente, la lectura que podrían tener en su época  los espectaculares cuadros de El Bosco,es muy diferentes a la que podemos hacer a la luz de hoy.

Estos códigos  se hacen aún mas incomprensibles conforme avanzado el siglo XX los artistas llegan a abandonar toda representación naturalista reconocible. Ya no podemos intentar acceder al significado de la obra por la vía del "tema" ya que no hay un tema, el sistema está al desnudo, como puede estarlo en la música pura: tenemos líneas, manchas de colores y texturas. Así,  en la pintura llamada abstracta, el código aparece claramente, como puedes apreciar en los  ejemplo de tu izquierda con obras de Mondrian, Klee, Giacomo Balla o la de Kandinsky, que encabeza este apartado.

Ilustraciones: superior derecha, "Composición VIII" de Kandinsky en CEFIRE baj CC;   superior izda, "Trafalgar Square" (1943) de Pier Mondrian, en Wikipainting autorizada para uso educativo; centro izquierda,  "Automóvil +velocidad +luz" de G. Balla en CEFIRE bajo CC; inferior izda, "Campanario verde como centro"  de Paul Klee en CEFIRE bajo cc