3.1. Mirar una escultura

Mirar una escultura supone estar predispuesto a observar, analizar y pensar sobre una obra artística que nos ha llamado la atención. Pero las esculturas pueden estar situada en distintos lugares, y el comportamiento del observador no es el mismo siempre. Hay varios aspectos que se deben tener en cuenta:

El campo visual: Si vas paseando y nos llama la atención un monumento, lo primero que haremos es acercarnos. Podemos decirte que la distancia mínima para observar en conjunto una escultura es de 2 veces y media su altura. Es decir, si una escultura mide dos metros, debes separarte de ella como mínimo 5 metros, si la quieres ver en su conjunto. La razón está en el campo visual que abarcan los ojos. Para poder ver detalles nos vamos aproximando a ella hasta llegar a tocarla, si te dejan, o está al alcance.

El punto de vista: La posición del espectador con respecto a la escultura se lama punto de vista. Existen esculturas con un punto de vista predominante, es decir, que el autor la ha realizado pensando en que el espectador la va a contemplar desde un determinado lugar. Existen otras que no tienen un punto de vista predominante, son estas esculturas las que hacen que el espectador desee rodearla para contemplarla en su totalidad. Normalmente, el espectador busca con la mirada la mirada de los personajes cuando se representan.

Laoconte y sus hijos de Agesandro,
Polidoro y Atentodoro.
Predomina un punto de vista frontal.
Apollo y Dafne de Bernini.
No predomina ningún punto de vista.
Lic. CC. En Flickr de deigo-a.
Lic. CC. En Wikimedia de int3gr4te.

El entorno: El lugar donde se sitúa una escultura condiciona la manera en que se ve. Una obra escultórica en un museo hace que no nos alejemos de ella demasiado, si tenemos en cuenta el concepto anterior del campo visual, no podrán existir esculturas demasiado grandes en estos museos, o tendría que tratarse de un museo muy espacioso para que los espectadores se puedan retirar y ver la obra en su totalidad. Esto no siempre es así, a veces encontramos obras demasiado grandes en espacios pequeños.

El exterior propicia el emplazamiento de obras escultóricas de gran tamaño; pero aún así, hay que elegir el sitio. No es lo mismo poner una escultura en una gran avenida con unos grandes edificios, que en una placita, en un parque, en el cementerio o en una rotonda. Cuando situamos una obra al lado de volúmenes muy grandes como edificios, por comparación se verá pequeña. Seguro que has visto alguna escultura en tu ciudad que da la impresión de demasiado grande o pequeña, esto se debe al tamaño relativo de la escultura y los elementos que las rodean.

El lugar de emplazamiento condiciona las obras allí situadas; un artista no pensará lo mismo para una rotonda, donde no te puedes parar, acercarte o tocar la escultura, que para un museo o una galería o la misma casa de un particular.

Escultura en una gran ciudad. La escultura está asfixiada
por los edificios y coches.
Escultura de Oldenburg. Sorprende la desproporción del objeto.
Situada en un espacio libre de obstáculos visuales
Lic. CC. En Wikimedia de Rcidte.
Lic. CC. En Flickr de Galería de sapoague.
Escultura de Ron Mueck. Juega con el realismo y la desproporción en un lugar interior.
Lic. CC. En Flikr de des esseintes.

Las bases y peanas: En ocasiones el escultor quiere aproximar la obra al espectador, para ello prescinde de añadir peana a su escultura, es muy importante este detalle, ya que la obra es mucho más cercana al observador y éste puede participar de un modo más directo en la obra. El artista sitúa su escultura al nivel del verdadero protagonista: el espectador al que quiere transmitir humanidad y cercanía en una posición de igual a igual.

Hay que distinguir entre una base y una peana, la peana eleva la obra para darle cierto aire de solemnidad, divinidad o importancia. La base simplemente es un soporte para que la figura siga guardando el equilibrio o para aislarla de una superficie.

Escultura del Cid Campeador
(conocido como El Caballo)
Regalo a Sevilla de Anna Hyatt (1929). Con peana.
Monumento a Joselito.
En el cementerio de Sevilla. Obra de Benlliure. Con base.
Obra de George Segal. Sin peana o base.

Lic. CC. En Flickr de Gonzále-Alba.
Lic. CC. En Wikimedia de anual.
Lic. CC. En Flickr de rocor.

La durabilidad y el proceso: No todas las esculturas son perdurables, algunas son efímeras y se destruyen con el paso de más o menos tiempo. Algunas pueden apreciarse desde que el artista comienza a realizarla, como las esculturas de arena, o de hielo. El espectador disfruta no solo de la obra como resultado, sino también del proceso; en este sentido, la contemplación de la obra es plena, aunque en la mayoría de los casos el proceso de realización está oculto a los espectadores.

Escultura de hielo.
Escultura de arena.
Lic. CC. En Flickr de LuisjouJR.
Lic. CC. En Flickr de robinsonsmay.

La iluminación: Recordarás que la iluminación es muy importante para que una obra se pueda ver bien. Una iluminación intensa ayuda a ver esculturas construidas con planos y aristas, sin embargo, una iluminación más difusa y suave, más homogénea, viene mejor a las esculturas cuyas formas cambian gradualmente.

Monumento a Colón en Huelva.
Iluminación dura.
Figura reclinada, de Henri Moore.
Iluminación suave.
Lic. CC. En Flickr de mooste.
Lic. CC.En Flickr de framboise.

Por último, diremos que cada uno podrá observar cualidades artísticas atendiendo a su formación y capacidad. Un licenciado en Bellas Artes será capaz de valorar aspectos como las texturas, el movimiento, la composición, la complejidad técnica, etc. Mientras un niño o alguien sin conocimientos específicos en artes no podrán profundizar en estos aspectos.

AV - Pregunta Verdadero-Falso
Señala verdadero o falso:
El punto de vista es importante cuando observo una escultura.
Verdadero Falso
El campo visual es el campo y las montañas que vemos.
Verdadero Falso
El entorno no influye en las obras de arte.
Verdadero Falso
Las peanas son distintas de las bases.
Verdadero Falso