2.1. Códices y pinturas de arena


Es un hecho que cada cultura tiene su propio sistema de símbolos y representaciones. Desde una perspectiva occidental hemos asimilado la nuestra propia a través de las distintas manifestaciones artísticas desde la prehistoria hasta nuestros días. La forma de acercarnos a las expresiones artísticas de otras culturas ha estado en su mayor parte condicionada (e impuesta) por la hegemonía que nuestra cultura ha ejercido a través de las distintas conquistas y colonizaciones a lo largo de nuestra dilatada historia. De hecho, muchas de estas representaciones y señas de identidad cultural de los pueblos oriundos fueron rápidamente perseguidas y en muchos casos, destruidas bajo pretextos religiosos, como casi siempre ocurre cuando hay invasiones y ocupaciones a lo largo de la historia. Ocurrió con los pueblos mayas, incas, y aztecas entre otros tantos tras el descubrimiento de América en 1492 y poco después con los pueblos sioux, navajo y otros tantos que poblaron Norteamérica en su pugna por defender su derecho a vivir donde y como siempre habían hecho.

 

Muchas culturas precolombinas como los aztecas, mayas o incas, desarrollaron un complejo sistema de signos pictográficos y jeroglíficos que formaban en muchos casos, autenticas escrituras que codificaron en libros que hoy conocemos como códices, fabricados en un rudimentario papel que, por ejemplo,  los mayas obtuvieron a partir  de la parte interna de la corteza de ciertos árboles, principalmente del higo salvaje o amate, y del matapalo, otro ficus, que mezclaban con cal. En elos cuentan sus crónicas históricas, sucesos,  mitos, leyendas, etc.

El ejemplo que se muestra corresponde a El Códice de Madrid  y habla sobre horóscopos y tablas astrológicas y fue elaborado por ocho diferentes escribas. Se encuentra en el Museo de América en Madrid. Tiene 112 páginas, que se separan en dos secciones, conocidas como el Códice Troano y el Códice Cortesano, al que pertecece la ilustración..

 

El arte, como ocurre con los actuales descendientes del pueblo Navajo, es uno de los últimos reductos mediante el cual algunas de estas costumbres y símbolos se perpetúan y se dan a conocer a las generaciones venideras. Una de las formas más originales de perpetuar estas creencias es a través de complejos rituales (normalmente acompañados de cánticos, ofrendas y danzas) realizados con dibujos que se colorean delicadamente con tierras y polvos de colores (sand painting) obtenidos de la molienta de minerales, flores y frutos, con la intención de propiciar la sanación de un enfermo o augurar una buena caza o cosecha. En estos dibujos de gran complejidad simbólica se cuentan y entremezclan historias, mitos y leyendas propias de estos pueblos, algunas crueles y otras de gran sensibilidad y belleza que evidencian el profundo respeto y conocimiento que dichos pueblos tenían sobre la naturaleza y su entorno.
   
 Recreaciones contemporáneas de las pinturas de arena del pueblo Navajo |vía wikipedia


Curiosidad

 

 

Los tatuajes "tribales"

Es curioso comprobar cómo muchos de estos dibujos han acabado popularizándose convertidos en los llamados "tribales",  modalidad de tatuajes que se inspiran en las costumbres y   originales  diseños   del arte maorí polinesio o de algunos pueblos indígenas de Norteamérica o Canadá, como el "Pájaro Trueno" que observas a tu izquierda.

Por cierto, los "tribales" tienen su  historia que, si tienes curiosidad,  puedes leer  en este artículo: La historia de los tatuajes tribales

 

 

ILUSTRACIONES: Sup. izqda bajo domino público;  inferior centro,  de gregblink en flickr bajo CC; inferior dcha., de Dr. Huxtable en Flickr bajo CC; sup. dcha., de Alerai en Flickr bajo CC